Fumar, ya de por sí, no tiene nada bueno.
La academia no es la excepción. Lo de ser fumador en Senasa es un poco pollo.
En la escuela, todo es para no-fumadores, así que hay que echar el piti entre pausa y pausa y tiro porque me toca.
En invierno, las pausas eran de agadecer, porque el ambiente estaba caldeado y convenía salir a tomar el aire. Además, los compañeros encontraban el momento para hablar más de tú a tú.
Ahora, en primavera, la cosa ha cambiado. Nos han separado en turnos de mañana y tarde y soy el único fumador matinal de la29. Por consiguiente, si bajo a fumar, sé que estaré solo o casi.
Podría parecer un rollo, pero es la triunfada.
Estos días hace bueno, así que me doy paseíllos entre los almendros. Acaban de florecer y estan preciosos. Es un lujo.
Además, la soledad me aporta esa desconexión que necesita el controlador aéreo. Lo de estar 20 minutillos sin hablar con nadie, es estupendo. Aunque me encanta hablar, disfruto de mi silencio entre los almendros.
Creo que le he encontrado algo bueno al pitillo o almenos, a la soledad del curso.
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